Bienvenido al primer capítulo del libro Persistilina

No es una casualidad que haya elegido comenzar describiendo el fracaso como la primera piedra del libro.

Para nuestros hábitos lingüísticos, ser considerado un <fracaso> no es una ventaja. Que te consideren un <fracasado> es aún mucho peor. Se le podría llamar una de las peores cosas que te pueden pasar en la vida. Se le podría llamar un “complejo”, pero no me refiero al término de ser complicado sino aquellos que nacen de la timidez, vergüenza e inhibición (comportamientos). Cuando se consulta a los psicólogos sobre este asunto, lo explican de una manera más bien complicada. Naturalmente ellos también pueden llegar a tener el mismo complejo. Por eso no voy a citar a ningún estudio que avale que nuestros temores más comunes, pero vamos a puntualizar algunos de los más importantes ya que todos tenemos alguno de ellos (en el mejor de los casos):

1. Temor al fracaso.

2. Temor al sexo.

3. Temor a la autodefensa.

4. Temor a confiar en los demás.

5. Temor a hablar.

6. Temor a la soledad.

7. Temor a pensar.

8. Temor al amor.

9. Temor a morir.

10. Temor a lo desconocido.

11. Temor a los cambios.

12. Temor a los animales.

Según parece, el no ser fracasado, o ser un fracaso es consecuencia de los demás temores que preceden al primer lugar. El problema es que, en vez de pensar las cosas por nosotros mismos, dependemos de lo que piensan los demás. Esto explica por qué las ventas mundiales de servicios de consultoría crecen a un ritmo superior al de los que emprenden nuevos proyectos. Pero vamos primero a describir el enemigo del fracaso: El éxito.

Y según el gran ensayista y poeta estadounidense Ralph Waldo Emerson:

Ganarse el respeto de las personas inteligentes y el cariño de los niños. Apreciar la belleza de la naturaleza y de todo lo que nos rodea. Buscar y fomentar lo mejor de los demás. Dar el regalo de ti mismo a otros sin pedir nada a cambio, porque es dando como recibimos. Haber cumplido una tarea, como salvar un alma perdida, curar a un niño enfermo, escribir un libro o arriesgar tu vida por un amigo. Haber celebrado y reído con entusiasmo y alegría, y cantado con exaltación. Tener esperanza incluso en tiempos de desesperación, porque mientras hay esperanza hay vida. Amar y ser amado. Ser entendido y entender. Saber que alguien ha sido un poco más feliz porque tú has vivido. Éste es el significado del éxito. Lamentablemente y afortunadamente no puede existir una definición sin la otra. Y lo más fundamental es que sin el fracaso el éxito no es posible.

El éxito debe admirarse sin olvidar que su origen siempre es el fracaso.

Sin duda, la definición del fracaso debería mencionar que es el ingrediente principal del éxito. Si lees con cuidado y prestas atención el éxito y el fracaso son la misma moneda con dos caras. Pero con el mismo valor. Admiramos a los exitosos, todos queremos y aspiramos serlo en todos los campos de nuestras vidas (familia, negocios, deporte, estudios, etc…) Por ello corremos el riesgo de que nos pongan en ridículo cuando estemos fracasando. Sobre todo porque la gente le teme a ella.

Sin embargo debes entender que fracasar es algo “momentáneo” al igual que el “éxito” tiene caducidad en el tiempo. No podrás estar eternamente en la cúspide así que vamos a defendernos de nosotros mismos. El fracaso no está asociado a la felicidad ni a la paz. En la sabiduría se alcanzan niveles de superación justamente en las derrotas. Cuando estamos en paz sabemos distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo. El éxito se alimenta del fracaso en una elevada concentración. Un deportista sabe que sus victorias serán contadas, y que los fracasos no deberán ser contados. Deberán ser aceptadas como parte del entrenamiento. Cuando descubre que el entrenamiento y el entusiasmo no son suficientes para vencer es cuando entiende que necesita experiencia, y que la experiencia se da con los fracasos. ¿Te sientes fracasado? Independientemente de la razón (que pueden ser justificadas y argumentadas por mil razones) quiero brindarte defensas y píldoras para comenzar la composición de tu “PERSISTILINA”