¿Odias los lunes?
España está entre los tres países del mundo con los trabajadores más desmotivados. Aquí te comparto las tres primeras claves para no sufrir mientras trabajas.
Voy a comenzar con el párrafo final. La solución es tomar el control de tus emociones, evitar que la frustración tome decisiones por ti, no hacer del miedo tu amigo, creer que con la motivación será suficiente y no ayudar ni dejar a otros que te ayuden.
«Los adictos a la motivación son los que más sufren»
Parece fácil… ¿cierto?
Pues ahora a ponerlo en práctica es lo que te voy a explicar. El primer escollo es el de reconocer que pasamos la mayor parte del tiempo buscando motivos para hacer lo que haces. Algo que sirva como motor para cumplir con nuestras obligaciones. La fuerza de voluntad, el estado de ánimo y la relación entre el coste y beneficio jugarán siempre con nuestros pensamientos y todos somos adictos de la «motivación» (bueno no todos… algunos hemos preferido la perseverancia). La falta de motivación siempre es la constante entre los que odian los lunes, a los que vuelven de vacaciones ya que percibimos las tareas como aburridas, difíciles o en algunos casos como imposibles.
La primera clave está en abordar el «objetivo del trabajo». Objetivo es una palabra que me encanta, tienes que exponerla en un contexto superlativo para reducir los niveles de stress y ansiedad. Y para ello tenemos que desarrollar la capacidad de mantenernos motivados sin recompensas externas.
Vaya… otra tarea más, desarrollar una capacidad que tampoco nos apetece mejorar.
Por supuesto te entiendo, es una de las «habilidades más difíciles de aprender» porque a nadie le enseñan a ser «perseverantes» más allá de los carteles inspiradores, la cafeína y los extras del «salario emocional».
No permitas que gobierne la razón
Frecuentemente el problema con el objetivo es que malinterpretamos el planteamiento. Se ha extendido la idea de que para que un trabajador esté motivado le tiene que apetecer hacer su tarea. Pero lo cierto es que lo único que necesitas es querer alcanzar un resultado. Ver un proyecto terinado o acabar pronto para salir antes. Cuando nuestro estado de ánimo es el que determina cuántas ganas tenemos de ponernos a trabajar son las emociones las que están gobernando por encima ed la razón. Si tienes que luchar entre la emoción y la razón hay que apostar por la segunda. Como sucede con los mejores artistas y deportistas que la inspiración nos pille trabajando.
Cuando tenemos que trabajar (aún sin ganas) y conseguimos sumergirnos en la tarea puede surgir un efecto de concentración absoluta (efecto Csíkszentmihályi) un estado mental ideal para sumar picos de productividad y no percibir el tiempo pasar. El psicólogo que dio nombre a este efecto en 1975 afirmaba que para encontrar ese punto de motivación máxima tiene que haber un equilibrio entre la habilidad y el desafío que supone la tarea y que solo sucede si estamos haciendo una sola cosa. Así que el multitasking se convierte en un enemigo de la motivación.
Mantenga las emociones lejos del alcance de las tareas
El perfeccionismo es un aliado de la baja autoconfianza. Frecuentemente van de la mano de manera inconsciente. La tendencia a recordar tareas inacabadas o con acabados que no hayan sido de nuestra entera satisfacción son las que saltan primero a la mente. Para salir de esta espiral debemos adoptar un punto de vista un poco más negativo. Si nos esforzamos más en evitar lo que tenemos que por conseguir lo que queremos crearemos una aversión a la perdida. Asi que nos acostumbraremos a ver más claro que la forma de superar el fracaso es tomar acciones inmediatas sin mirar atrás, y enfocarnos en «salvar los muebles» por llamarlo de alguna manera. Sin hacer apología a la mediocridad lo que debemos es dejar de autosabotearnos, «en vez de crear 5 alarmas para despertarnos, levantarnos con una única alarma». El esfuerzo necesario para salir de la cama caliente y empezar el día es el mismo que se necesita para comenzar o terminar una tarea sin dejarnos llevar por las emociones.
Desaprende a motivarte para hacer las cosas
La culpa la tiene nuestra cultura occidental de premiar y recompensar en exceso. Como todos hemos pensado que más «azúcar más dulce». Pero vemos como cada vez ni un aumento de sueldo, ni más días de vacaciones lo arreglan. Los estudios recientes demuestran que cuando los incentivos externos son mucho menos efectivos que la motivación interna. Es decir, lo ideal es que realizar la tarea sea un incentivo en sí mismo. Tenemos que conseguir ser conscientes de los procesos mentales por los que pasamos en las situaciones de desmotivación. Y la mayoría de los casos la perseverancia es nuestra mejor aliada para ganar autoconfianza y conocer las causas que provocan la falta de motivación para desarrollar tareas y espacios para fomentarla en tu día a día.
El «estado de ánimo» está encapsulado en un «espacio-tiempo» que no puede estar siempre en la cuesta de la positividad y alegría para que te sirva como combustible para avanzar, por lo que dejar de utilizar el «estado de ánimo» como justificante ante la apatía y negatividad deberías desde hoy sacarlo de tu vocabulario laboral.
En otro artículo hablaremos sobre el compromiso, la responsabilidad y más condicionantes que hacen que odies los lunes. Ya mi primera tarea está cumplida 😉
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